No existe en este mundo un sentimiento más especial que el que siento hacia ti. No tiene apelativo, ni cuantificador, ni siquiera lo catalogan en los tomos de diccionarios que recogen las palabras del idioma más bonito que hay en la Tierra.
Ese sentimiento hace que siga junto a ti, diez meses y un día después de haberte conocido. Hace que me enfade como con nadie, que me decepcione, que me entristezca, pero también hace que la felicidad sea completa en los momentos plenos. Lo que llevo dentro de ti hace que sea tu mejor acompañante en cualquier momento y, por descontado, en cualquier lugar, porque cuando y dondequiera que estés tienes a tu otro tú en un lugar del mundo, seguramente pensando en tus ojos con puntitas amarillas, en el pelo despeinado de los días en que nadie consigue despegarte las sábanas y sobre todo, en como potencias la mayor vocación que he tenido en mi vida, que es estar contigo.
Aquí estoy. Te quiero.
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