25.12.10


Creí que estas navidades no tendría ningún regalo, como viene siendo habitual. Mi familia celebra la verdadera esencia de las fiestas, lejos del consumismo que empaña la realidad de este día.

Sin embargo, al mirarme fijamente al espejo, noté cierto cambio respecto a ayer. Como si de un hechizo se tratara, los ojos que se reflejaban en el cristal me devolvían una mirada que me transmitía confianza. Me miré de arriba abajo y por primera vez en algunas semanas, volví a notar ese fluir en las venas, ese sentimiento... Mis ojos empezaban a enternecerse al seguir contemplando la figura que permanecía, entre un estado de contemplación y nervio, al otro lado de la realidad.

Alto, inteligente, carismático, sociable, amable, atento, gracioso, guapo, trabajador, entusiasta... Da igual cómo quieran describirme, los adjetivos ajenos me sobran. Me he pasado algun tiempo creyendo que los necesitaba para vivir, pero es hoy cuando han cobrado sentido.

Hoy me he mirado al espejo y me he dicho te quiero sin mediar palabra.

Feliz Navidad, ésta corre a mi cuenta.

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